Desordeno mi vida,
intentando ordenarla
de una vez por todas.
Vacío mis cajones,
volviéndolos livianos.
No hay mucho que ordenar,
ya quemaron mi barquito de papel,
rompieron mi peonza
mis cromos y mis tebeos.
Alicia sigue mirándome
mientras en mis bolsillos
permanecen intactas las galletas,
¿Crecer o decrecer? ¿Es ésa la cuestión?.
Estoy rodeada de conejos con prisa,
buscan sus guantes blancos,
elitistas.
¡No tienen tiempo, no tienen tiempo!
Les espera la reina para sentenciar
a los inocentes.
¡Que les corten la cabeza!
Sin juicio,
con prejuicio.
Repaso los estantes,
tiro lo que no uso,
la envidia,
-siempre me vino estrecha-
la vanidad,
-demasiado ancha-
el ego
-corona de los ignorantes-
En ése cajón de llanto,
ahora sólo quedan piedras
de un collar en desuso.
Llaman al teléfono...
-Diga?
-....
-No, hoy no puedo salir
-....
-Estoy arreglando el armario de mi pasado,
y tengo para rato.
-....
¡Hasta otro día!
Mabel Escribano
d.r. (imagen: google)