Los guías y pensadores espirituales del pasado y de la actualidad (al menos con los yo he tenido algún tipo de contacto) coinciden en que la felicidad es una consecuencia natural de la elevación de la consciencia. Cuando conectamos con nuestro Ser, comenzamos a sentirnos parte del todo, a estar más presentes en el “aquí y ahora” y a ver nuestras relaciones y todo aquello que nos sucede desde otra perspectiva.
Nos se trata de una nueva religión ni de dejarlo todo y convertirse en hippie. Sino de conocernos a nosotros mismos, aprender a ser auténticos, liberarnos de miedos, ataduras, rencores y experiencias pasadas y aprender a atraer a nuestra vida aquello que nos hace bien. Se trata de ser más libres y, desde esa libertad responsable, conseguir esa felicidad que nuestro corazón desea y que nos merecemos.
Próximamente comentaré una serie de indicios que nos indican que hemos comenzado a recorrer el camino para lograr este cometido.