Esa cuestión del "Hacer eficiente"29-11-2018
Los seres humanos del siglo XXI aún tenemos restos de una creencia limitante que, además de limitarnos, nos paraliza en el hacer: todo nos tiene que costar.
Es verdad que las múltiples situaciones de la vida tienen un coste y que con esfuerzo se consigue lo que se desea. Las nuevas tendencias de la inmediatez sin esfuerzo ya están haciendo mella en las aptitudes y actitudes de la población.
Pero también es verdad que hemos sumado a la palabra "esfuerzo" la palabra "sacrificio" hasta igualarla o convertirla en sinónimos.
Nada más lejano de la realidad.
Mientras que aquello que deseamos se construye con esfuerzo personal, eso no implica que ese esfuerzo sea "sacrificante". Muchas veces, motivación por medio, ese esfuerzo es placentero ya que lleva en su raíz nuestro propio deseo y, por ende, nuestra estima: lo hacemos porque lo deseamos. Lo hacemos por nosotros.
El problema de haber unificado "esfuerzo" y "sacrificio" radica en que en la parte de "sacrificio" se ha quitado la variable “nosotros” para incluir "Ellos" (uno se sacrifica por otros).
La verdadera efectividad es HACER LO MÁXIMO CON LO MÍNIMO.
Utilizar nuestros recursos con inteligencia y motivación y no por impulsos o hábitos rutinarios.
Hacer lo máximo con lo mínimo es valorarnos lo suficiente como para hacer rendir nuestras potencialidades al punto de que cada grano de arena sea tan potente que cuente para llevarnos a alcanzar lo que deseamos con facilidad.