Asociación Buscadores de Plenitud

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Asociación Buscadores de Plenitud CRÓNICA DE UN VIAJE A LOURDES EN 18 APARICIONES. 15ava. Aparición.
Además de la procesión de la antorchas por la noche, la gente me comentó que no me perdiera las "piscinas". Me explicaron un poco pero no entendí mucho, aunque era obvio. Mi conocimiento de las apariciones, el milagro del agua y el saber que Lourdes es un punto de peregrinación de enfermos, pues resaltó mi ignorancia de que nunca me cuestioné como puede unirse estos tres factores en "la realidad práctica". Solo lo comprendí cuando lo vi y viví.
Me encontré con un sector, un pelin separado de la gruta, con multitud de bancos. Separados para hombres y mujeres y con solo una puerta de donde salia una persona y señalaba con la mano que la gente fuera pasando. Agradecí que no hubiera tanta gente ya que estaba ansioso. Mientras esperaba cantamos canciones de iglesia (o tarareamos ya que estaban en diferentes idiomas) y rezamos, comunitariamente, el rosario. En mi banco había gente de diferentes razas: negros, hindús, orientales, europa del este y los benditos italianos que siempre se hacen "oir". Frente a mi había curas, frailes y hombres en silla de ruedas que hacían una "cola" especial y también muy variados en color, raza e idiomas.
Estaba ansioso por lo que fuera a pasar e intrigado.
Me hicieron pasar y dentro había otra sala de espera frente a unos cubículos cerrados con cortinas. Una pequeña estatua de María estaba en un lateral y en el centro un grabado de Jesús en las piscinas de Siloe: . Me hacen pasar junto a otros 5 hombres. Un australiano me preguntó si hablaba ingles y muy amablemente me dijo que me sacase la ropa. Lo hice y me quede esperando sentado en una silla de madera. Cuando me hicieron pasar me di cuenta que esperaba encontrarme "literalmente" con una piscina y en vez de ello me encontré con lo que podría ser una bañera individual de cemento o como seria un pesebre moderno para dar de comer al ganado.
Dentro había dos voluntarios más de origen italiano. El australiano me hizo ir a un rincón y me pidió que me sacara la ropa interior sujetándome de unas barandas pequeñas. El lugar estaba fresco. Me cubrieron las partes con un mandil de tela mientras me quitaba los gayumbos. El mandil estaba mojado y frío. Los italianos me sujetaron de las manos de cada lado, previniendo cualquier accidente, mientras bajaba un escalón dentro de ese pesebre lleno de agua que corria. Me preguntaron nombre y otras cosas y me ofrecieron rezar a la imagen de una pequeña virgen que estaba justo frente a mi. En coro, los 4, nos pusimos a rezar un ave María y me invitaron a que pidiera "mi gracia". Lo hice.
Me hicieron adentrarme en el agua fría, que no era fría, colocarme debajo de la imagen y me llevaron a sumergir en ese agua que no mojaba. Parecía un bautismo evangélico. No me enteré de nada aunque estaba muy presente sin estarlo.
Simplemente el agua cubrió mi cuerpo y me deje llevar por esas manos de voluntarios que sabían, más que yo, lo que estaba sucediendo.
Solo mi cabeza quedo fuera del agua. Salí, agradecí y por dentro seguía rezando. Me puse el gayumbo y los voluntarios se despidieron con sonrisas y sin lágrimas. Me dirigi a la sala donde estaba mi ropa y allí me di cuenta que estaba con una sensación de humedad por todo el cuerpo pero seco en el exterior. Me vestí y salí.
En agosto tuve un accidente y como resultado me dieron 5 puntos en la rodilla izquierda. Podía andar pero aun escocia un poco cuando flexionaba la rodilla para sentarme o agachar y aun no podía ponerme de rodillas para rezar. Me habían sacado los puntos pero aun tenia la costra de la herida.
Terminó el día en el santuario y me fui al hotel a cenar opiparamente. Me acosté a dormir y a la mañana siguiente me levante para comenzar el nuevo día. Es en ese momento cuando me doy cuenta que la costra de mi herida ya no estaba. Tampoco dolía tanto al flexionar la rodilla para vestirme. La herida estaba cicatrizada con apenas una pequeña pelusilla de piel pero sin aberturas ni sangre.
Di gracias a la Virgen. Fue mi pequeño milagro de Lourdes.
Luego de desayunar me dirigí al Santuario directamente a las piscinas. Rece, cante y espere mi turno para una segunda vez. En esta ocasión con más conciencia, más gozo, más agradecimiento y, esta vez, sumergiendo mi cabeza totalmente en el agua que no moja.
Después de ello me dirigí a la gruta y, de rodillas, hice mi oración de gratitud.


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